Al volver los ojos hacia atrás me arrastra la memoria a un espacio que hoy ya desconozco... el amor por tí. Jamás en mi mente tuvo cabida la opción de que me fueses indiferente, me daba miedo dejarte de sentir aunque fuera por medio del dolor; un dolor rancio, recio, adusto, conocido, frágil, inquebrantable, eterno, necesario... un dolor concebido desde el centro de un amor enfermo, necesitado de ser acunado y protegido, mientras él mismo me acuchillaba por la espalda, me hacía mortaja en alambres de púas, me tendía trampas, me escondía las sonrisas en los polvosos cajones de tu casa. Mis ojos te lloraron hasta sacar lodo...
¿Cómo es que ya no te amo?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario