miércoles, 12 de marzo de 2008

La cocina de Magdalena


"Volver a tus raíces"... nunca pensé en el profundo significado de esta frase, pero en realidad es como un ancla interna que viene integrada al alma y se activa en el proceso de nuestra individual evolución; mientras mas creces y maduras, más es la necesidad de regresar a ese estado o concepto... No es igual para cada individuo, eso es un hecho, para unos puede ser su lugar de nacimiento donde transcurre su primera infancia, para otros es un hogar, dejado hace mucho tiempo el cual te ve crecer a la distancia. Para otros mas es precisamente la gente de quien estabas acompañado y para unos muchos es su familia...


Son innumerables las veces que hago visitas oníricas hasta esa casa en donde habité los primeros 19 años de mi vida... en ellos transporto, incluso, a personas conocidas en mi presente, pero las escenas, todas, suceden en esa casa; algunas veces en su enorme cocina, llena de mosaicos color crema que rodeaban por completo hasta la mitad sus paredes, las tres ventanas vestidas con sus pequeñas cortinas de encaje blanco; una justo sobre la blanquísima estufa y las otras dos al lado; una sobre la gigantezca planchadora sesentera que jamás se volvió a utilizar después de la primera vez y la otra por donde me saltaba para recolectar galletas saladas, chocolate de barra o cuaquier alimento que sirviera para jugar a la comidita . Todas las alacenas guardaban el incomparable sabor de los guisos caseros que dia a dia alimentaron el cuerpo, el inclinado techo lucía con gran confianza y orgullo rayas gruesas en blanco y amarillo canario y la mesa en donde siempre comíamos era una larga placa de cemento cubierta de los ya mencionados mosaicos, larga.. larga como mi inapetencia. Nos sentábamos en los banquitos de metal y madera que siempre se guardaban bajo la mesa, había una infinidad y entre la planchadora y la caja de ropa había 3 sillas alineadas. Mi madre siempre se sentaba en una de ellas al frente de nosotras 4. Cómo se antojaba probar de su plato tan sólo de ver a mamá comiendo, fue ahi donde me atreví a probar el chile verde de un mordizco, los ojos me reventaron en llanto y la boca me ardió por horas. Y cómo olvidar el pocillo azul, donde el café con leche o el chocolate caliente nos abrazaba despues de tomar el baño por las noches antes de dormir.


Me produce tanta nostalgia volver consciente a mis memorias... al asomarme por la ventana el viento traía el olor de la carne asada al carbón mezclada con las nubes cargadas de lluvia.... el olor del cielo, me hace llorar